Desde la fundación de la Real Capilla, las variaciones de la Calle Oficios que más afectan a los espacios intervenidos se producen a partir del siglo XVIII, periodo en que se construye junto a su sacristía el Colegio de San Fernando. Dicha institución, fundada por Carlos V y dedicada al mantenimiento de aquellos jóvenes consagrados a asistir el culto de la famosa capilla, se adosó a sus muros ocupando lateralmente el espacio libre entre sus primeros estribos hacia la Calle Oficios y su cabecera hacia donde, más tarde, fue abierta la Gran Vía. La demolición del colegio en 1922 conllevó la aparición de una nueva construcción en el vacío resultante entre los citados estribos, creando un vestíbulo para la entrada independiente a la sacristía habilitada en dicho lugar aprovechando uno de sus ventanales.
Esta nave permaneció –al igual que la construcción “parásita” situada junto a las cubiertas de la sacristía–, hasta 1935, periodo en el que se autorizó la demolición de ambas, el cierre mediante reintegración de la entrada antes mencionada y la protección de dicho espacio mediante una verja. La operación constituyó el paso previo para la edificación de la Casa de los Sacristanes, según proyecto de Leopoldo Torres Balbás (1932) y la resolución definitiva del lado colindante a Gran Vía, cercado –junto al espacio entre el segundo y tercer estribo de Calle Oficios en 1931–, bajo la dirección del mismo arquitecto.
Por lo que respecta a la Placeta o Compás de la Capilla Real, el espacio sufrió dos alteraciones importantes a tener en consideración: el montaje de una verja neogótica cerrando su espacio en 1915 y el desmontaje posterior de la misma y apertura de dicho espacio en 1943, con motivo de la reinstalación del elemento en ambos extremos de la Calle Oficios. Su portada principal de acceso puede contemplarse aún hoy en Gran Vía.
Como dato significativo, destaca la ausencia de jardines en todos los ámbitos intervenidos hasta bien entrada la década de 1940, en que se implantan a iniciativa del consistorio granadino. Primero sin verjas o canceles y luego acotadas por ellos, los setos y naranjos constituyen sus principales especies hasta el momento previo a la investigación arqueológica desarrollada con motivo de la intervención.