Acondicionamiento museográfico. 1990-1993
La sacristía de la Capilla Real tiene, desde su fundación, un papel complementario al habitual en la custodia de los objetos legados a la misma por los Reyes Católicos, aspecto que se reconoce expresamente en una carta de los monarcas datada en 1504. En la reforma emprendida en los años cuarenta del siglo XX, el espacio sufrió una importante remodelación quedando configurado como museo-sacristía.
El ámbito se dividía en dos partes mediante una verja y un pavimento de diferente altura. En el área más próxima al altar mayor, para facilitar la conexión con el mismo, se instaló la sacristía propiamente dicha, con sus cajoneras para las vestimentas litúrgicas; y, en la reducida zona restante, se habilitó el museo. Antes de la intervención, la organización ambiental del espacio constituía una herencia de este momento presentando, al mismo tiempo, ventajas e inconvenientes en materia la conservación.